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En la tierra de Gabriela Mistral, donde la poesía se mezcla con la aridez del desierto y el verde que bordea el río, hay un club que sueña en grande. En El Arenal, una localidad de la comuna de Vicuña, en pleno Valle del Elqui, el Club Deportivo Unión Miraflores sigue escribiendo su propia historia: la de una comunidad que, con esfuerzo y convicción, busca construir su propia cancha.
Desde 1966, el Club ha sido el corazón deportivo de este pueblo de la Región de Coquimbo. “Somos gente humilde, trabajadora, luchadora”, dice su presidente, Gregory Álvarez. Con cinco categorías activas y una escuela infantil pujante, Unión Miraflores es mucho más que un equipo: es identidad y sentido de pertenencia. Sin embargo, jugar de local sigue siendo un desafío, porque aún no han logrado encontrar un terreno donde construir su cancha.
La búsqueda ha sido larga. Han tocado puertas en el Ministerio del Deporte, la ANFA, parlamentarios, autoridades regionales y locales, pero el camino ha sido complejo. Tampoco han encontrado un propietario dispuesto de buena fe a vender un terreno en la misma localidad, lo que los obliga a seguir jugando de local en otro sector, lejos de su gente.
Pero si algo distingue a Unión Miraflores es su capacidad de organizarse y seguir adelante. Con el apoyo de la comunidad, lograron levantar su propia sede, un espacio que construyeron desde cero con esfuerzo y trabajo colectivo. “Era un sueño cuando éramos chicos, y lo estamos logrando. Falta mucho por trabajar, pero aquí seguimos, con el apoyo de la gente del pueblo”, dice el presidente del Club.
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Hoy, la sede se ha convertido en un símbolo de su lucha. La han pintado, la han arreglado y la siguen mejorando, siempre con la convicción de que el fútbol es una herramienta para unir a El Arenal. "Nosotros queremos hacer las cosas distintas, queremos que los niños y niñas tengan un lugar donde crecer con el Club", agrega Álvarez.
En este contexto, el sueño de contar con una cancha propia sigue siendo el gran anhelo. Para los dirigentes y para los jóvenes del pueblo, el fútbol es mucho más que un deporte: es un motor de unión y desarrollo. La esperanza persiste, y aunque los obstáculos han sido muchos, la comunidad de El Arenal sigue firme en su convicción de que, tarde o temprano, su cancha será una realidad.
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